La vocación de todo biohuerto - en todo tiempo y en todo lugar – ha sido alimentar a toda aquella persona que lo cultiva, al igual que a sus prójimos. Una de las razones de ser de todo Biohuerto Educativo es, sin ninguna duda también, ampliando la gama de productos puesto a disposición de la alimentación cotidiana e integrándolos en las nuevas recetas, ayudar a alimentar a los que están consagrados en el proceso de su desarrollo.
Una dinámica que se despliega al servicio de la vida en su conjunto, un escenario en el que las especies que ahí viven se alimentan por igual. Al igual que la tierra, la fuente de alimentación de las especies que ahí crecen. De manera que las zanahorias, el repollo, la lechuga, remolacha, apio, cebolla... entre otras verduras, puedan tomar todo lo necesario a fin de desarrollar plenamente sus cualidades nutricionales.
Permitiendo de esa manera que los participantes tengan acceso a una gastronomía en la que las legumbres, flores comestibles y diferentes granos que crecen en esta Naturaleza en miniatura, ocupen un lugar preeminente: Una culinaria en la que el equilibrio entre los ingredientes que participan en cada preparación sea la base de una alimentación para la vida.