La horticultura biológica constituye un arte por sí mismo. Un Biohuerto Educativo, espacio creado por la mano del hombre, es cuanto a él, aun más, una obra de arte que se
renueva constantemente. El reflejo de la armonía de la nueva relación que se forja entre los seres humanos y esta Naturaleza en miniatura.
El Biohuerto Educativo despierta, desarrolla y afina nuestra sensibilidad, y nos prepara de esta manera para ir al encuentro de la vasta naturaleza como un ser humano ennoblecido. Vale decir, un
ser capaz - gracias al artista que se ha descubierto en él – de acercarse, redescubrir y conectarse en una forma diferente con las otras especies que comparten la vida en nuestro planeta.
Un hermoso biohuerto es una fuente de inspiración autentica para el ser humano. Los colores y las formas que cambian a medida que las plantas crecen, los sonidos de las abejas, aves y de la
refrescante lluvia, los rayos de luz de un sol generoso, la alegría de los que participan en la dinámica de la vida del Biohuerto Educativo, abren las vías artísticas para todo aquel que penetra
en su seno.